Y se miraba en el espejo del baño, quieto, casi sin parpadear, con los ojos fijos en el reflejo de sus pupilas desafiantes.
Se observaba como a un desconocido.
Se sentía viejo aunque el hombre que le miraba desde el cristal no tuviese más de veinticinco.
Y quizás lo odiaba, asco es probablemente lo que sentía desde hacia tiempo por el tipo que le miraba desde el vidrio sucio.
Desde que llegó allí.
Con las manos aferradas al mármol se observaba mientras se mordía el labio inferior, se contemplaba con la barbilla levantada.
Altivo.
Sintiéndose estúpidamente superior al que estaba al otro lado y sintió ganas de escupirle a su reflejo.
En cambio, hundió la cara en el agua que casi rebosaba del lavabo, hizo algunas pompas de aire con la nariz, se frotó los ojos, se mojó el pelo muy corto y echó un último vistazo a aquel hombre que dejaría de ser en cuanto saliese por la puerta.
O quizá no…
Este fragmento me transmite incertidumbre. ¿Será su reflejo quien "salga por la puerta" o será su yo observador? Opino que ambos, por esto de que somos como mínimo dos voces dialogando constantemente dentro de nosotros mismos. Siento empatía por este personaje u,u ¿quién no ha odiado alguna vez a la persona que han visto en su reflejo? ^^
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